La feliz recuperación de 'Estampas de la Vera-Cruz'
El motete que compusiera el maestro Antonio Escobar en el año 1984
Junta De Gobierno De La Hermandad De La Vera Cruz
| Actualizado 12.04.2014 - 01:00
A lo largo de la historia de la Música Procesional, son muchos
los casos que se conocen de composiciones de este género que por
avatares de la historia se han perdido en autorías, fechas o
dedicatorias. En este particular, cabe resaltar el trabajo de los
investigadores, sea de forma profesional o como aficionados, en pro de
estas denominadas 'Recuperaciones Históricas', que vuelven de nuevo a
escena en conciertos específicos de esta índole.
Estampas de la Vera-Cruz, es un motete para Música de Capilla que compusiera D. Antonio Escobar Perera un 8 de marzo de 1984. La dedicatoria, viene recogida a nuestra cofradía, de la que no solo fuera hermano hasta su muerte, sino que la tenía como principal espejo conductor a su devoción cristiana.
Cuatro años antes, ya había llegado de manos del maestro y en forma de regalo, la primera de sus composiciones de las tres que nos dedicó, Soledad. Sin lugar a dudas, es la composición más fecunda que tuvo en inspiración. El propio Escobar, lo dejaba bien claro, cuando hablaba de ella tratándola como "su marcha preferida".
Pero hablar de la música en la Hermandad de la Vera-Cruz, es mencionar irremisiblemente el nombre de Juan Manuel Marrero Duarte. El esmero, tesón y excepcional cuidado por su patrimonio musical, ha sido siempre su principal virtud. Precisamente, fue dicho hermano, quien un 7 de octubre de 1983 y durante la procesión de la Patrona, solicitó al maestro Escobar y en presencia de su hermana, la realización de esta joya del pentagrama para trío de viento, que hoy enriquece y honra aún más a nuestra cofradía. La misma estaba compuesta por tres movimientos, titulados "Soleá", "Cortejo", "Final y Saeta".
Por aquel entonces, acompañaba con sus sones el paso del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, una capilla musical hispalense dirigida por el afamado músico y compositor Enrique García Silva.
Como consta en los archivos de la hermandad, Marrero Duarte, por entonces mayordomo, envía a Enrique García un escrito fechado a 20 de marzo de 1985, donde se le hace llegar fotocopias de dicho motete para su interpretación en la estación de penitencia de dicho año. Antes de esto referido, consta la interpretaron de la misma en un concierto de música para este género, siendo la única vez que se logró escuchar en su versión originaria.
Cabe destacar que cuando el maestro la compuso, se extendía en duración de tiempo, y así se le hizo saber, realizándose posteriormente una revisión y acotándole compases hasta dejarlo más proporcionado, acorde a la duración de este tipo de piezas. De igual forma, se habló con la formación musical, para que sustituyeran la primera versión por esta segunda, que realizó el propio Escobar y así se interpretó y se ha seguido interpretando en la Semana Santa no solo gaditana, sino de toda la geografía española.
De la versión original de las Estampas de la Vera-Cruz nunca se supo más en la hermandad. Posiblemente, los originales fueron devueltos al maestro Escobar para que realizara la comentada abreviación, quedándose la misma, y entregándonos la partitura autógrafa de esta habitual versión reducida, que sí se conserva en nuestro archivo musical. Desde entonces, esta versión primitiva del motete, se creyó perdida, quedando dormitada durante veintiséis años.
Fue en junio de 2011, cuando Juan Manuel Marrero Domínguez, actual secretario y amante como su referido padre de la música procesional, a través de un mensaje publicado en la web patrimoniomusical donde Cayetano Sánchez Aragón, archivero de la Banda Municipal de Sevilla y representante de la hispalense Capilla Musical Trivium, menciona que posee proveniente del rico archivo de Enrique García copia del mismo en esta olvidada versión. Comenzó entonces un sinfín de contactos y búsqueda incesante para volver a recuperar esta pieza para el archivo musical de la cofradía.
Se centró la búsqueda en intentar localizar a Enrique García y a Cayetano Sánchez. El asunto no era fácil, habida cuenta de ese místico hermetismo que siempre había rodeado a Enrique y que a la postre (el tiempo lo demostrará sin duda) ha servido para salvaguardar auténticas reliquias en forma de música procesional.
Y así fue como a mediados de diciembre del pasado año, Marrero Domínguez acudió a tratar este tema con José Manuel Ruiz, miembro de la Permanente del Consejo de Hermandades, gran apasionado e investigador incesante de archivos de este género de piezas, además de conocedor de la persona de Enrique García.
José Manuel, en nombre de este organismo, se puso inmediatamente en contacto con él, haciéndole partícipe del ruego de la cofradía de la Vera-Cruz para poder rescatar esta composición. La edad ya había hecho mella al bueno de Enrique y recordaba vagamente la misma. Mostrando un talante muy afable y preocupado por este motivo, no dudó un minuto y comentó al consejero que se pondría en contacto con el archivero de la Municipal para fructificar dicho tema. La muerte llamó a su puerta tan pronto, que nada de esto se pudo conseguir en vida. El que fuera eterno director de la Cruz Roja sevillana, fallecía el 19 de marzo.
Tras este hecho luctuoso, los acontecimientos fueron sucediéndose por sí solos… Coordinados por este miembro del Consejo y por el músico Francisco del Toro, las partituras que guardó y protegió durante toda su vida el maestro García, fueron restablecidas de nuevo a su lugar de origen.
En un emotivísimo concierto celebrado el pasado 29 de marzo en la Iglesia de Santiago, fue el concejal Pablo Chaves León el que hizo entrega de las mismas, dada su amistad con el Cayetano y su disposición en este tema desde el primer momento. Todo lo comentado, fue llevado a cabo en un acto sorpresivo para nuestra cofradía, un regalo venido del mismo cielo que no olvidará y por el que estará eternamente agradecida.
Estampas de la Vera-Cruz, es un motete para Música de Capilla que compusiera D. Antonio Escobar Perera un 8 de marzo de 1984. La dedicatoria, viene recogida a nuestra cofradía, de la que no solo fuera hermano hasta su muerte, sino que la tenía como principal espejo conductor a su devoción cristiana.
Cuatro años antes, ya había llegado de manos del maestro y en forma de regalo, la primera de sus composiciones de las tres que nos dedicó, Soledad. Sin lugar a dudas, es la composición más fecunda que tuvo en inspiración. El propio Escobar, lo dejaba bien claro, cuando hablaba de ella tratándola como "su marcha preferida".
Pero hablar de la música en la Hermandad de la Vera-Cruz, es mencionar irremisiblemente el nombre de Juan Manuel Marrero Duarte. El esmero, tesón y excepcional cuidado por su patrimonio musical, ha sido siempre su principal virtud. Precisamente, fue dicho hermano, quien un 7 de octubre de 1983 y durante la procesión de la Patrona, solicitó al maestro Escobar y en presencia de su hermana, la realización de esta joya del pentagrama para trío de viento, que hoy enriquece y honra aún más a nuestra cofradía. La misma estaba compuesta por tres movimientos, titulados "Soleá", "Cortejo", "Final y Saeta".
Por aquel entonces, acompañaba con sus sones el paso del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, una capilla musical hispalense dirigida por el afamado músico y compositor Enrique García Silva.
Como consta en los archivos de la hermandad, Marrero Duarte, por entonces mayordomo, envía a Enrique García un escrito fechado a 20 de marzo de 1985, donde se le hace llegar fotocopias de dicho motete para su interpretación en la estación de penitencia de dicho año. Antes de esto referido, consta la interpretaron de la misma en un concierto de música para este género, siendo la única vez que se logró escuchar en su versión originaria.
Cabe destacar que cuando el maestro la compuso, se extendía en duración de tiempo, y así se le hizo saber, realizándose posteriormente una revisión y acotándole compases hasta dejarlo más proporcionado, acorde a la duración de este tipo de piezas. De igual forma, se habló con la formación musical, para que sustituyeran la primera versión por esta segunda, que realizó el propio Escobar y así se interpretó y se ha seguido interpretando en la Semana Santa no solo gaditana, sino de toda la geografía española.
De la versión original de las Estampas de la Vera-Cruz nunca se supo más en la hermandad. Posiblemente, los originales fueron devueltos al maestro Escobar para que realizara la comentada abreviación, quedándose la misma, y entregándonos la partitura autógrafa de esta habitual versión reducida, que sí se conserva en nuestro archivo musical. Desde entonces, esta versión primitiva del motete, se creyó perdida, quedando dormitada durante veintiséis años.
Fue en junio de 2011, cuando Juan Manuel Marrero Domínguez, actual secretario y amante como su referido padre de la música procesional, a través de un mensaje publicado en la web patrimoniomusical donde Cayetano Sánchez Aragón, archivero de la Banda Municipal de Sevilla y representante de la hispalense Capilla Musical Trivium, menciona que posee proveniente del rico archivo de Enrique García copia del mismo en esta olvidada versión. Comenzó entonces un sinfín de contactos y búsqueda incesante para volver a recuperar esta pieza para el archivo musical de la cofradía.
Se centró la búsqueda en intentar localizar a Enrique García y a Cayetano Sánchez. El asunto no era fácil, habida cuenta de ese místico hermetismo que siempre había rodeado a Enrique y que a la postre (el tiempo lo demostrará sin duda) ha servido para salvaguardar auténticas reliquias en forma de música procesional.
Y así fue como a mediados de diciembre del pasado año, Marrero Domínguez acudió a tratar este tema con José Manuel Ruiz, miembro de la Permanente del Consejo de Hermandades, gran apasionado e investigador incesante de archivos de este género de piezas, además de conocedor de la persona de Enrique García.
José Manuel, en nombre de este organismo, se puso inmediatamente en contacto con él, haciéndole partícipe del ruego de la cofradía de la Vera-Cruz para poder rescatar esta composición. La edad ya había hecho mella al bueno de Enrique y recordaba vagamente la misma. Mostrando un talante muy afable y preocupado por este motivo, no dudó un minuto y comentó al consejero que se pondría en contacto con el archivero de la Municipal para fructificar dicho tema. La muerte llamó a su puerta tan pronto, que nada de esto se pudo conseguir en vida. El que fuera eterno director de la Cruz Roja sevillana, fallecía el 19 de marzo.
Tras este hecho luctuoso, los acontecimientos fueron sucediéndose por sí solos… Coordinados por este miembro del Consejo y por el músico Francisco del Toro, las partituras que guardó y protegió durante toda su vida el maestro García, fueron restablecidas de nuevo a su lugar de origen.
En un emotivísimo concierto celebrado el pasado 29 de marzo en la Iglesia de Santiago, fue el concejal Pablo Chaves León el que hizo entrega de las mismas, dada su amistad con el Cayetano y su disposición en este tema desde el primer momento. Todo lo comentado, fue llevado a cabo en un acto sorpresivo para nuestra cofradía, un regalo venido del mismo cielo que no olvidará y por el que estará eternamente agradecida.
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